Skip to main content

Son numerosas las imágenes marianas, en sus diferentes advocaciones, las que pueden contemplarse en la Catedral de Oviedo. El mes de mayo dedicado a la Virgen inspira un recorrido por diferentes capillas y retablos en los que se conservan Inmaculadas, Vírgenes Asuntas, también Madres cariñosas con un Niño en brazos, sin olvidar a las Madres dolientes de las Piedades y por supuesto a la Virgen de Covadonga, nuestra Santina.

En la Capilla de Santa María del Rey Casto un pequeño retablo alberga una de las imágenes marianas más preciosistas de la Catedral de Oviedo y que, quizá por su modesto tamaño, pasa desapercibido. El retablo de Nuestra Señora de la Luz. Este retablo fue donado en 1552 por Gutierre González de Cienfuegos, corregidor de Medina del Campo y Salamanca y se situó en el trascoro de la Catedral, donde hacía las veces de altar. Cuando en 1901 se desmontó el coro, este pequeño retablo fue trasladado a la Capilla del Rey Casto junto con las esculturas de San Pedro y San Pablo que están a su lado.

La imagen de la hornacina central, es una bella Virgen manierista. Como corresponde a la época, aparece sentada en un trono, vestida con ricos ropajes, elegante tocado y peinada cuidadosamente, como si de una noble de la época se tratara. Lleva un libro en las manos y abandona la lectura para mirar con tristeza, como presagiando el futuro, al Niño, que juega con un pajarito. Tanto la actitud de las dos figuras como la composición del grupo corresponde a la iconografía establecida por el popular grabado de Alberto Durero “La Virgen del mono”.  Se desconoce al autor  de esta imagen, que ha sido puesta en relación con la escuela escultórica salmantina, concretamente con el entorno del escultor Juan de Juni. La rica policromía de sus ropajes corresponde a un repinte de 1741, atribuido a Juan de Fagundiz, que en aquella época trabajaba en los retablos del crucero.

Leave a Reply