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La conferencia de este año dedicada al Museo de la Iglesia, y dictada por su directora, Otilia Requejo Pagés, tuvo como tema la contextualización de la pieza más antigua que se conserva entre sus fondos: el Díptico Consular de Flavio Estrategio Apión, de año 539.

Por díptico entendemos una pintura, grabado o relieve compuesto por dos paneles que se pueden plegar como las tapas de un libro. En este caso se trata de dos paneles de marfil, tallados en una única pieza cada uno y de notable grosor, unidos por bisagras de plata. En origen estaba policromado.

En cada uno de los paneles se labró el mismo relieve: el retrato frontal, idealizado y de medio cuerpo del cónsul Estrategio Apión. El personaje viste la toga picta, como corresponde a su rango, y lleva en las manos el cetro que representa su autoridad y la “mappa” o pañuelo con el que se inauguraban los juegos circenses. La figura está rodeada por un marco de volutas de influencia egipcia. En las cuatro esquinas del panel cuatro botones florales, de talla carnosa, completan la labor escultórica y en la parte superior se dispone la inscripción identificativa.

Díptico de Apión

El consulado era el rango administrativo más alto al que podía llegar un patricio romano; se nombraban dos y el cargo se desempeñaba durante un año. Entre los siglos IV y VI d. C. los cónsules encargaban estas costosísimas piezas para entregar a sus familiares y amigos como recuerdo. Se les representaba de manera idealizada, no se trata de verdaderos retratos, sino de imágenes genéricas que muestran su dignidad consular a través del vestido y los atributos. La doctora Requejo explicó con detalle estas cuestiones: la toga picta, o pintada, era una toga de color púrpura bordada en oro, reservada a los cónsules o los emperadores. El cetro de marfil aludía a la autoridad del cónsul durante el año que duraba su mandato,  mientras que el objeto que lleva en la otra mano puede interpretarse de diversas maneras. Lo más lógico sería pensar que se trata de la “mappa” con la que el cónsul inauguraba los juegos, aunque también se puede identificar con una bolsa con monedas para el público o un saco de polvo que recordaría a los presentes que del polvo venimos y polvo seremos.

Nuestro díptico fue comparado por la conferenciante con el Díptico de Aerobindus, también consular y de fechas próximas, pues se trata de una pieza del año 506, del cual se conservan varios ejemplares. Los más conocidos son los del Museo de Cluny y el Museo del Louvre, aunque también hay paneles en el Hermitage, el Museo Nacional de Zurich, el Museo de Besançon, la Biblioteca de Lucca, el Museo Cívico de Bolonia… En este díptico se puede apreciar cómo la representación de la dignidad consular es idéntica a la de la pieza de Oviedo. Estas piezas, por su fácil transporte, fueron repartidas por toda Europa y uno de los dípticos de Aerobindus sirvió de modelo para tallar las jambas de San Miguel de Lillo.

En la parte superior del Díptico del Museo de la Iglesia se dispone la cartela con la inscripción que identifica al personaje. En la hoja derecha se lee “FL . STRATEGIVS APION . STRATEGIVS . APION” y en la hoja izquierda “V INL . COM . DEVV . DOMM . ET CONS OR” ( “FL<AVIVS> STRATEGIVS APION STRATEGIVS APION // V<IR> INL<VSTRIS> COM<ES> DEVV<OTISSIMORVM> DOMM<ESTICORVM> ET CONS<VL> OR<DINARIVS>”) que se traduce como “Flavio Estrategio Apion, Estrategio Apion, miembro del cuerpo de servidores más afectos y cónsul ordinario”.

Este hombre era miembro de una de las familias más ilustres del Bajo Imperio, procedente de Oxirrinco, en Egipto. Comenzaron su ascenso social en el siglo V ocupando varios cargos en la administración imperial. Gracias a la información recogida en los denominados papiros de Oxirrinco se ha podido trazar el árbol genealógico de esta familia y su papel en los últimos siglos del Imperio Romano. Concretamente, Flavio Estrategio Apión fue cónsul con el emperador Justiniano (482-564), llevó las finanzas del ejército y fue calificado por el emperador como “muy competente y experto jurista” en las Novellae Constitutiones, una de las cuatro partes del Corpus Iuris Civilis.

Flavio Estrategio Apión residió una parte de su vida en Constantinopla. En la capital del Imperio Romano de Oriente fue donde se labró este díptico, con marfil procedente de Egipto, y de allí fue llevado a Roma tras el saqueo de la ciudad al final de la IV Cruzada, en el año 1204.

Díptico de Apión (reverso)

El Padre Risco, en el tomo 38 de “España Sagrada”, al referirse a la diócesis de Oviedo ya habla de la presencia de esta pieza en la Catedral, a la que llama “evangelistario” y establece la vía de llegada desde Roma a Oviedo. A finales del siglo XIII, el obispo Fernando Alonso Peláez viajó a Roma, donde residía Gaufrido, arcediano de Ribadeo y propietario del díptico. El arcediano lo entregó al obispo y éste lo trajo a Asturias.

Desde su llegada la Catedral de Oviedo se utilizó para la lectura de la calenda (la lectura de las fiestas móviles del año que se hace el primero de enero), de ahí que el Padre Risco se refiriese a él como “evangelistario”. Es por este uso que, en la parte interna, el díptico conserva una inscripción, probablemente del siglo XVIII, con el inicio del Evangelio de San Lucas. La última vez que se utilizó para la lectura de la calenda fue en el año de 1942, con motivo de la celebración del milenario de la Cámara Santa.

Fue Ciriaco Miguel Vigil el que llamó la atención en 1872 sobre la importancia y valor de este díptico cuando lo vio en la sacristía alta de la Catedral. Poco después Amador de los Ríos realizó sendas publicaciones en la revista “Museo Español de Antigüedades” (1872) y posteriormente en “Monumentos Arquitectónicos de España” (1877). Amador de los Ríos, en calidad de intermediario de la Real Academia Española de la Historia, solicitó al Cabildo que les entregasen la pieza para formar parte del Gabinete Arqueológico de la Academia, solicitud que fue rechazada.

Monumentos Arquitectónicos de España (1877)

Desde mediados del siglo XIX el Díptico de Apión formó parte del tesoro de la Cámara Santa y, en la actualidad, es una de las piezas más valiosas que se conservan en el Museo de la Iglesia. Es el único díptico consular que se conserva completo en España de ahí su extraordinario valor.

 

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