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Una de las capillas más representativas de la Catedral de Oviedo es, sin duda, la de Nuestra Señora del Rey Casto, fundada como iglesia independiente de la fábrica de El Salvador por Alfonso II el Casto en el siglo IX. El rey asturiano quiso dedicarla a Santa María de las Batallas y establecer en ella el primer panteón real de la monarquía asturiana.

El viernes, 18 de octubre, el Catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo, Vidal de la Madrid Álvarez ilustró a los participantes en nuestro programa de Abonados exponiendo el contexto histórico de su construcción y los detalles artísticos e iconográficos de esta majestuosa construcción.

Fuente: Diario «El Comercio».

 

Sabemos, por la descripción de Ambrosio de Morales que el primitivo templo prerrománico describía una planta basilical, de cabecera triple y crucero alineado en planta, con tres naves de tres tramos y tribuna regia sobre el espacio dedicado a panteón a sus pies. Esta particularidad obligó a situar la puerta en el costado sur del templo.

El paso de los siglos fue arruinando poco a poco la construcción, que Morales ya encontró bastante deteriorada en el siglo XVI, momento en el que la fábrica gótica ya había absorbido el callejón que separaba las basílicas prerrománicas de El Salvador y Santa María y la Capilla de los Vigiles había ocupado parte de uno de los tramos de la nave de esta iglesia dedicada a la Virgen.

Su importancia, dentro de la arquitectura española, como primer panteón real fue decisivo en un momento crucial de la historia de nuestro país: la Guerra de Sucesión (1701-1713), causada por el enfrentamiento entre el ya proclamado rey Felipe V de Borbón y el pretendiente de la Casa de Austria, el archiduque Carlos que, apoyado por Inglaterra y Holanda, reclamaba su legítimo derecho al trono español por su parentesco con el recién fallecido Carlos II. En ese momento, el obispo ovetense Fray Tomás Reluz y Quiñones (1636-1706), partidario del Borbón, decidió apoyar su causa con la reconstrucción, en nombre de Felipe V, de la iglesia de Nuestra Señora del Rey Casto, reivindicando su identidad como panteón real y atribuyendo el apoyo de Nuestra Señora de las Batallas en las victorias borbónicas. Es por esta reivindicación de la legitimidad de Felipe V como rey de España que el escudo de este monarca aparece de forma ostensible tanto en el exterior como en el interior de la capilla.

Fray Tomás Reluz, enterrado en el transepto de la Catedral a la entrada de la Capilla, encargó la dirección de las obras a Bernabé de Hazas, el cual levantó un templo de similares dimensiones al precedente, en el que destaca la presencia en el crucero de una cúpula sobre cimborrio poligonal apoyado en pechinas. La capilla mayor, cubierta con bóveda, alberga el retablo de Antonio Borja, el primero de Asturias que incluye los estípites y que servirá de modelo para otros retablos posteriores. Los dos tramos de la nave se cierran con bóvedas de crucería de inspiración gótica. En la nueva edificación el panteón se situó en la nave septentrional, dejando libre el espacio de los pies para abrir una puerta al exterior. En el siglo XIX el cabildo sopesó la idea de trasladar el panteón real a los pies, pero todo quedó en un proyecto.

Las obras se iniciaron en 1705 y en 1709 se convocó a una serie de dignidades para que asistiesen a la colocación de la última piedra, momento en el que la estructura del cimborrio de desestabilizó y el derrumbe de un pilar causó tres muertos. Las obras fueron retomadas por Francisco Agüero y Pedro González Mora

En la capilla actual se conservan, procedentes de la edificación prerrománica, el sarcófago del joven Itacio, pieza romana del siglo V que debió de haberse utilizado en el panteón prerrománico, y los restos del Calvario que, al igual que sucede en la Cámara Santa, se encontraba a los pies de la basílica. Del periodo gótico se conserva, en excelente estado, la Portada del Crucero, obra de mediados del siglo XV, con cuatro tallas de apóstoles en las jambas y la imagen de Cristo resucitado en el tímpano que se complementa con la talla de la Virgen de la Leche del parteluz. A la leche de la Virgen y la sangre derramada por Cristo alude el poema, en latín que recorre la linterna de la cúpula:

“De los pechos de la Madre,

De las heridas del Hijo,

Me apaciento, porque son

Del alma remedio fijo.”

Cúpula de la Capilla del Rey Casto

En recuerdo de los reyes de la monarquía asturiana enterrados en este panteón y fundadores de la monarquía hispana que se reivindicaba se tallaron los retratos idealizados de Alfonso II, Ramiro, Ordoño y Alfonso III en la cúpula del crucero, soportando el escudo de Felipe V. A su vez, los patronos de la monarquía española, San Hermenegildo y San Fernando, están presentes en el retablo mayor.

No se puede visitar esta capilla sin reparar en el retablo de la Virgen de la Luz, procedente, al igual que las imágenes de San Pedro y San Pablo, del desaparecido trascoro de la Catedral.

La Capilla de Nuestra Señora del Rey Casto es, actualmente, Capilla del Santísimo Sacramento y su última restauración, enmarcada en las obras del Plan Director dirigido por Jorge Hevia y Cosme Cuenca, ha recibido el Premio “Asturias” de Arquitectura en su convocatoria 2002-2003.

 

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