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El título de la charla que ofreció el profesor de la Universidad de Oviedo Juan Carlos Aparicio Vega, “La Cámara Santa, que es verdaderamente lo que suena su nombre…”, es el comienzo de la primera descripción conservada de ese reciento. Se encuentra en el relato que Ambrosio de Morales escribió para el rey Felipe II de su viaje por varios lugares de España en el año 1572 y que fue publicado en 1765 bajo el título “Viage de Ambrosio de Morales por orden del rey D. Phelipe II. A los reynos de León, Galicia, y Principado de Asturias”.

El profesor Aparicio inició un recorrido por las representaciones gráficas de la Cámara Santa haciendo notar que, durante mil años este espacio existía y fue visitado por incontables peregrinos sin que nos haya llegado ninguna imagen del mismo. En el siglo XIX diferentes pintores y dibujantes comenzaron a mostrar interés por la Catedral, representándose principalmente la fachada con la torre, el claustro o la Capilla del Rey Casto. Así, se mostraron a los asistentes las diferentes versiones de la fachada de la Catedral del pintor Genaro Pérez Villaamil (1807-1854), alguna de ellas conservada en el vecino Museo de Bellas Artes de Asturias, o la pintura de José Uría y Uría, propiedad del Museo del Prado y conservada también en el Museo de Bellas Artes, en la que se ofrece una vista de la catedral desde la portada de la Capilla de Rey Casto.

Hay que remontarse a la cercana fecha de 1846 para ver, a través del primer dibujo conocido, cómo estaba compartimentado el espacio y distribuidas las reliquias y las joyas que custodiaba. Conservado en el Museo de Bellas Artes de Asturias, es obra de Genaro Pérez Villaamil y en él puede verse el mobiliario encargado en la reforma acometida tras la Guerra de la Independencia por el obispo Gregorio Ceruelo de la Fuente (1815-1836) y los tondos con las pinturas de los reyes de Carlos García Muñiz que hoy están en la Torre de San Miguel, además de la figura de uno de los custodios de la Cámara Santa, detalle anecdótico propio del romanticismo.

El segundo dibujo conocido es de José María Avrial y se fecha en el año 1847. Presenta más detalles que el anterior. Aparecen, de nuevo, los armarios-relicario que se hicieron en torno a 1815 y que, por las descripciones conservadas, sabemos que tenían un acabado acharolado. Sustituyeron a los realizados a mediados del siglo XVI, cuyos restos se conservan hoy en el Museo de la Iglesia. La disposición de los armarios decimonónicos, adosados a los costados del camarín, no nos permite apreciar cómo estaban dispuestas las reliquias en ese momento. También puede verse con claridad en este dibujo la barandilla metálica que separaba la nave del camarín de las reliquias y que fue retirada posteriormente. Avrial también hizo varios dibujos de las columnas del apostolado. Estos dibujos pertenecen a la colección de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

DIBUJO DE JOSE MARIA AVRIAL (1847)

DIBUJO DE JOSE MARIA AVRIAL (1847)

De autor anónimo es el dibujo que ilustra el volumen de la “Crónica general de España” de 1865 titulado “Crónica del Principado de Asturias” y redactada por Evaristo Escalera. En él se aprecia un mobiliario diferente al que representaron Villaamil y Avrial en un interior bastante despejado para dar protagonismo al apostolado románico; en clave romántica aparecen las imágenes de dos aldeanas en oración. En este dibujo no se da ningún tipo de protagonismo a las reliquias.

 

CRÓNICA DEL PRINCIPADO (1865) Anónimo

CRÓNICA DEL PRINCIPADO (1865) Anónimo

Capítulo aparte merecerían, en opinión de Juan Carlos Aparicio, las visitas reales a la Cámara Santa, de las cuales presentó una muestra con el grabado que se incluyó en uno de los números de “La Ilustración Española y Americana” para relatar la visita del rey Alfonso XII al relicario ovetense en 1877. Esta imagen es muy similar a la anterior, el protagonismo se da a la nave románica, de exageradas proporciones, y a un apostolado de tamaño superior al real.

A mediados del siglo XIX, con la llegada de la fotografía a España comienzan a tomarse vistas de monumentos y ciudades desde las cámaras de Charles Clifford (1820-1863) y Jean Laurent (1816-1886) entre otros.

La primera fotografía conocida del recinto fue tomada por el francés Jean Laurent. Este autor, de nacionalidad francesa, se afincó en Madrid en el año 1843 teniendo estudio en el ático del número 39 de la Carrera de San Jerónimo, donde había estado previamente, en régimen de alquiler, Charles Clifford. No se dispone de datos exactos para saber en qué momento Laurent fotografió la Cámara Santa, aunque se cree que estuvo aquí en diciembre de 1866: esa sería la fecha en la que realizó esta primera imagen fotográfica conocida. Aquí pueden verse los muros enlucidos y el zócalo marmóreo pintado tras la Guerra de la Independencia y, por primera vez, se aprecia con claridad la disposición de las reliquias. Se conservan en su lugar los tondos con las pinturas de los reyes, que hoy están en la torre de San Miguel, y una silla para el guardián de las reliquias. Esta imagen se difundió durante años en diferentes publicaciones junto con otra que mostraba los pies de la nave románica donde se ven las cabezas del Calvario, los tondos y una pintura sobre la puerta.

 

JEAN LAURENT (c.1866). ARCHIVO RUIZ VERNACCI. IPCE. MINISTERIO DE CULTURA Y DEPORTE

Laurent también realizó fotografías de las cruces, que hasta el momento no habían sido objeto de representación alguna.

A partir de los años veinte del siglo XX se comienza a poner en valor el monumento. Durante año y medio, entre 1919 y 1921, la Cámara Santa permaneció cerrada para que José Cuesta y Arturo Sandoval pudieran llevar a cabo unas labores que relataron en una memoria presentada al Cabildo (“Trabajos realizados en la Cámara Santa. Memoria presentada al Cabildo”). Se buscaba dar una nueva imagen del relicario tratando de recuperar las pinturas murales al eliminar los enlucidos. Del mismo modo, retiraron el mobiliario de principios del siglo XIX, por considerarlo obsoleto, y la reja que separaba la nave del camarín se sustituyó por un cancel similar al medieval. En esta intervención el escultor Víctor Hevia (1885-1957) eliminó las pinturas al óleo que recubrían el apostolado. Con estos trabajos desapareció la imagen mostrada en los primeros dibujos conocidos y en las primeras fotos. A partir de entonces, y durante varios años, se difundieron unas fotografías en las que los armarios fueron sustituidos por unas vitrinas bajas en las que se mostraban las reliquias. Las cruces prerrománicas se mostraban frontalmente a ambos lados del Arca Santa, que ya tenía un papel protagonista en el centro del camarín. Aunque la memoria de Cuesta y Sandoval no va ilustrada con fotografías, el fotógrafo ovetense Ramón G. Duarte (1862-1936) fue el autor de una serie de imágenes que se utilizaron en prensa y en las publicaciones de Víctor Hevia durante años.

En el año 1925 se realizaron unos moldes en escayola del apostolado románico para hacer copias destinadas al Museo Nacional de Reproducciones Artísticas. Las piezas pertenecen hoy en día al Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Ese proceso fue también fotografiado.

Más fotografías destinadas a la difusión son las publicadas en los catálogos de las exposiciones desarrolladas en 1929 en Barcelona y Sevilla con motivo de la Exposición Universal celebrada ese año en la ciudad catalana, donde más de 5000 piezas de los tesoros catedralicios españoles estuvieron reunidas para admiración del gran público. A la vuelta a la Cámara Santa de las piezas ovetenses (Cruz de los Ángeles, Cruz de la Victoria, Caja de las Ágatas, Cristo de Nicodemo, Díptico Gótico, Cruz de Azabache…) se encargaron unos expositores a la Casa del Río que se instalaron en 1930 y se conservaron hasta la voladura de la Cámara Santa en octubre de 1934. De entre ellos destacan las vitrinas-expositor giratorias para las cruces, inspiradas en las rejerías de la Catedral –entre ellas las de Santa Bárbara- y que, tras el desastre revolucionario, “protegieron” a las cruces de daños mayores, como muestran las numerosas fotos de las labores de desescombro tomadas pocos días después de aquel 12 de octubre. Una de las más difundidas es aquella en la que el historiador Manuel Gómez Moreno aparece contemplando las ruinas con el deán Maximiliano Arboleya y el arquitecto Alejandro Ferrant.

 

INTERIOR DE LA CAMARA SANTA (C. 1930) OTTO WUNDERLICH. IPCE. MINISTERIO DE CULTURA

En los años cuarenta se llevaron a cabo las labores de reconstrucción, también documentadas fotográficamente. Es en estos momentos cuando, al haberse perdido los expositores de 1930, Luis Menéndez Pidal, instaló aquí los armarios barrocos que se retiraron en 2014 tras la última restauración.

 

LA CÁMARA SANTA DESPUÉS DE LA GUERRA CIVIL

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