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Otilia Requejo, directora de la Oficina de bienes culturales del Arzobispado de Oviedo y directora del Museo de la Iglesia, ofreció el pasado día 25 de febrero la conferencia “El Museo de la Iglesia”, con la que se cerró el Programa de abonados 2021-2022.

A lo largo de poco más de una hora, la ponente explicó qué entendemos por bienes culturales de la Iglesia; así como las diferencias entre arte religioso, el que está al servicio de la evangelización, y arte sacro, el que está al servicio de la liturgia.

La necesidad de crear museos en los que conservar los bienes culturales de la Iglesia se hizo evidente, sobre todo, a partir del siglo XIX, cuando se hicieron patentes los riesgos que corrían. Por un lado, los cambios en la liturgia y el desgaste de las piezas, que los apartaba del uso cotidiano; por otro lado los sucesos bélicos, episodios desamortizadores y de supresión de órdenes religiosas que tuvieron lugar en esos momentos.

El siglo XIX se inició con la Guerra de la Independencia (1808-1812), a lo largo de la cual desaparecieron numerosos edificios, así como arte mueble y patrimonio documental. En este periodo,  José Bonaparte decretó la supresión de las órdenes religiosas,  favoreciendo así  la incautación de numerosas obras de arte con el objetivo de que formaran parte del que iba a ser Museo Josefino, que no se llegó a fundar.

Pocos años después, las desamortizaciones deJuan Álvarez Mendizábal (1836) y Pascual Madoz (1855) también trajeron consigo la pérdida de un importante número de obras de arte; sobre todo la primera, que llevó aparejada, de nuevo, la supresión de órdenes religiosas con pública subasta de sus bienes.

A esta situación se quiso poner remedio con la creación de las Comisiones de Monumentos Históricos y Artísticos Provinciales, por Real Orden del 2 de abril de 1844, que en el caso de Asturias implicó la creación del Museo Arqueológico Provincial.

A partir de la segunda mitad del siglo XIX y a principios del XX, un gran número de anticuarios y coleccionistas se movió por España en busca de piezas de valor que adquirir a buen precio, interesándose especialmente en las obras de arte de las humildes parroquias rurales donde los párrocos, sin formación histórico-artística, las vendían por poco dinero. Este fue el caso de la Cruz Procesional de la parroquia de El Salvador de Fuentes (Villaviciosa), que se presentó más adelante. En Asturias, el obispo Benito Sanz y Forés alertó de estas prácticas en el Boletín Eclesiástico de la Provincia en el año 1880 e intentó crear un Museo Diocesano al año siguiente, proyecto que no prosperó pero que fue pionero en España.

En esos años la Iglesia era perfectamente conocedora del problema y en 1889 se decidió  crear una Cátedra de Arqueología en los Seminarios para formar a los futuros sacerdotes y favorecer la protección del patrimonio creando museos diocesanos. El Museo Diocesano de Vic (Cataluña) fue el primero de ellos, fundado en 1889, diez años después de la primera iniciativa asturiana.

A principios del siglo XX la legislación española ya protegía a las obras de arte frente a los expolios y ventas descontroladas, evitándose la salida al extranjero de piezas de gran valor. Pero el estallido de la Guerra Civil (1936-1939) volvió a poner en peligro el arte español.

Tras la guerra, se volvió a proyectar la fundación de un museo diocesano, llegando a convocarse por oposición en 1948, una plaza de canónigo archivero y responsable del Museo de la Catedral, que tampoco prosperó.

En los años 60, tras la celebración del Concilio Vaticano II, la simplificación de la liturgia apartó del culto numerosos objetos susceptibles de conservarse en una institución museística, por lo que se impulsó la conservación de estos bienes desde tres ámbitos: Papado, Conferencia Episcopal y Diócesis. El acuerdo de colaboración se formó con la Santa Sede en el año 1979, creándose una comisión mixta Iglesia-Estado para estas cuestiones.

Finalmente, el proyecto para Museo de la Iglesia de Asturias cristalizó en los años 80, siendo arzobispo D. Gabino Díaz Merchán y Deán de la Catedral D. Rafael Somoano. El objetivo fue la conservación y protección del patrimonio eclesiástico y archivístico. Se conocía el problema que suponía el despoblamiento rural y, por ello, los responsables del Museo realizaron, a lo largo de años, una labor de rastreo de obras en peligro de desaparición que actualmente se custodian en las instalaciones del Museo.

En un principio se pensó en instalarlo en el edificio del Seminario, en la calle Prao Picón, pero finalmente se decidió su ubicación en el claustro alto de la catedral, reformado por Antonio González Capitel y Fernando Nanclares. Las colecciones fueron ordenadas en un primer momento, por D. Emilio Olávarri, canónigo y arqueólogo, que había llevado cabo excavaciones en el entorno de la catedral y por el profesor de la Universidad de Oviedo Germán Ramallo.

El 25 de junio, se inauguró el museo con un total de 154 piezas expuestas que mostraban la evolución dela religiosidad desde la Edad Media hasta el Barroco.

Díptico Relicario del Obispo Gonzalo Menéndez, conocido como Díptico de Gundisalvo (1162-1175)

En 1993, tras la celebración de la exposición Orígenes, Arte y Cultura en Asturias: siglos VII al XV, el Museo cerró temporalmente sus puertas para una reorganización de fondos y se abrió de nuevo en 1994.

Coincidiendo con las obras del Plan Director de la Catedral, Jorge Hevia y Cosme Cuenca rehabilitaron entre 1998 y 1999 las antiguas carboneras, para dotar al Museo de un nuevo acceso a través del interior de la torre románica. Acceso que en 2008, con la colaboración de la Fundación María Cristina Masaveu Peterson,  se sustituyó por la escalera barroca que Francisco de la Riva Ladrón de Guevara había construido en el siglo XVIII para acceder a la Cámara Santa y el claustro alto.

Han sido directores de la institución los canónigos  D. Ramón Platero y D. José María Hevia.

Actualmente, el Museo dispone de ocho salas en las que se exponen piezas que han formado parte del culto cristiano en Asturias. Un 70% de las mismas son propiedad de la Catedral y el 30% se corresponden con piezas de la Diócesis y donaciones o depósitos de particulares.

Entre 1994 y 2008 se realizó una catalogación de las 348 piezas que formaban parte de su fondo, en la actualidad se está llevando a cabo una nueva catalogación, pues su número asciende a casi 500. La última incorporación ha sido la donación, el 24 de febrero de 2021, de un retrato del Deán D. José Cuesta Fernández por parte de sus familiares, gestionado por el canónigo archivero D. Juan José Tuñón Escalada.

La exposición terminó presentando tres piezas del Museo, ejemplos de la protección del patrimonio eclesiástico de Asturias: un fragmento de cancel de la primitiva basílica de El Salvador de Oviedo, hallado en las excavaciones del claustro; la réplica de la cruz de la parroquia de El Salvador de Fuentes (Villaviciosa) y el díptico gótico.

También se presentó un vídeo conmemorativo de los 1200 años de la consagración de la Catedral en el que, con música de las Pelayas, se mostraron distintas iconografías de El Salvador conservadas en el Museo.

Con la presentación de la última conferencia de esta temporada, la Catedral de Oviedo quiere agradecer a todos y cada uno de los abonados su colaboración, especialmente a todos aquellos que han compartido con nosotros las actividades programadas.