Capilla de Los Vigiles
Capilla de Los Vigiles
En 1615 el cabildo catedralicio cedió al gijonés Juan Vigil de Quiñones († 1617), obispo de Valladolid y Segovia, la capilla situada en el cuarto tramo del costado norte de la Catedral para que edificase una capilla funeraria para él y su familia.
Las trazas fueron encargadas al trasmerano Juan de Naveda (1590-1638) y los trabajos comenzaron en 1627, deteniéndose en 1630. Se retomaron en 1633 y la capilla se terminó, finalmente, en 1640 después de varios pleitos entre el cabildo y la familia del obispo. Es una edificación de planta centralizada, cubierta con una cúpula con linterna. El modelo para esta capilla de carácter funerario fue el Panteón de Roma y, a imitación de este edificio, su cubierta exterior estaba formada por losas de piedra en lugar de tejas. Esta particularidad generó un grave problema de humedad por filtración del agua de lluvia que ha sido subsanado en 1999 durante el inicio de los trabajos del Plan Director de la Catedral; actualmente la capilla se cubre con teja árabe.
Al interior, la sobria decoración clasicista muestra gran plasticidad en las acanaladuras de los fustes de las pilastras y las carnosas hojas de acanto de los capiteles de orden compuesto. La decoración heráldica nos habla de la familia del promotor, retratado en el magnífico bulto orante labrado en piedra que mira hacia el retablo. Esta escultura se encuentra entre lo mejor de la producción del asturiano Luis Fernández de la Vega (1601-1675), autor también del retablo de la capilla, dedicado a la Anunciación. El retablo se compone de dos grandes relieves en los que se representaron las escenas de la Anunciación y el Bautismo de Cristo; en el banco aparecen cuatro pasajes de la vida de Jesús y desde el ático el Padre Eterno da su bendición. Este retablo nunca recibió policromía y fue estucado por primera vez en 1879.