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El 3 de febrero se celebra la festividad de San Blas, obispo de Sebaste, santo patrono de los otorrinolaringólogos y de las enfermedades de la garganta. El mencionado patronazgo se debe a las curaciones milagrosas que se le atribuían al santo, médico de profesión. Cuenta la tradición que en una ocasión salvó la vida a un niño al que se le clavó en la garganta una espina de pescado y es por esa razón que a él se encomiendan los enfermos de garganta. En el siglo XVII San Blas gozaba, además, de gran popularidad entre los campesinos como santo protector frente a las enfermedades, razón por la que fue elegido para ser representado en la imaginería de la Catedral.

Se le situó en un lugar preferencial: en la galería de santos y mártires de la recién construida girola barroca. El programa iconográfico pensado para este nuevo espacio catedralicio daba prioridad a los retablos de las capillas dedicadas a los apóstoles, reservándose las hornacinas de los machones para las imágenes de los santos más importantes de los que se conservaban reliquias en la Cámara Santa: San Emeterio, Santa Eulalia, Santa Leocadia y Santa Lucrecia; además de dos santos penitentes: San Jerónimo y la Magdalena y dos santos que gozaban de especial devoción entre los fieles: San Antonio Abad y San Blas. Estas ocho esculturas fueron encargadas al artista asturiano José Bernardo de la Meana, en cual las esculpió entre 1753 y 1762. De la Meana representó a San Blas vestido de obispo y con la mano sobre la garganta mientras mira al cielo en actitud orante.

En la ciudad de Oviedo se venera, cada 3 de febrero, la reliquia del santo que se conserva en el monasterio de las Pelayas, vecino a la Catedral y en el templo catedralicio los fieles acuden a orar a la girola, delante de esta imagen.