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Durante la década de los años 30 del pasado siglo, el patrimonio artístico español se vio seriamente comprometido debido a los sucesos bélicos que marcaron la historia de nuestro país. La Catedral de Oviedo no fue ajena a aquellas trágicas circunstancias, la voladura de la Cámara Santa supuso un duro golpe para el templo mayor ovetense.

Ni siquiera se puede precisar en qué momento tuvo lugar el suceso, tal era la confusión que reinaba en la ciudad aquellos días. Lo que es de sobra conocidas son las consecuencias: entre los días 11 y 12 de octubre una explosión hizo saltar por los aires la Cámara Santa y, en su derrumbe, quedaron sepultadas las reliquias y las joyas allí conservadas. El trabajo de reconstrucción fue ejemplar, tanto en lo que se refiere a la labor arquitectónica y escultórica como en los trabajos de restauración del arte mueble.

El Arca Santa, gran relicario del tesoro ovetense, quedó completamente aplastado por los escombros y el historiador del arte, Don Manuel Gómez Moreno, encargado de evaluar los daños de la voladura se ocupó también de devolverle su aspecto original. Aquí empezó un viaje que estuvo a punto de no tener retorno: la restauración en Madrid de una de las joyas de la orfebrería románica española. Esta es la historia que el profesor de la Universidad de Oviedo, Juan Carlos Aparicio Vega, presentó a nuestros abonados el pasado 25 de noviembre.

Juan Carlos Aparicio en la Cámara Santa

Años antes del desastre, concretamente entre el 20 de mayo de 1929 y el 15 de enero de 1930, varias piezas del tesoro ovetense formaron parte de la gran Exposición Internacional que tuvo lugar en Barcelona. Entre las piezas más destacadas de los tesoros catedralicios españoles se expusieron el Arca Santa, la Cruz de los Ángeles, la arqueta relicario de Santa Eulalia de Mérida y la tapa del sepulcro de Itacio.

Se cree que fue a las 8 de la mañana del 11 de octubre de 1934 cuando tuvo lugar la voladura de la Cámara Santa y, una vez terminada la Revolución, el 25 de octubre, Manuel Gómez Moreno se personó en Oviedo para evaluar los daños, acompañando, entre otros, por Víctor Hevia, quien poco después se encargó de la restauración escultórica de la Cámara. Tras su visita a la Catedral, Gómez Moreno trasladó las piezas dañadas a Madrid y las custodió durante seis meses en el Instituto Valencia de Don Juan que él dirigía.

La ausencia de documentación al respecto nos impide conocer cuántas piezas fueron trasladadas a Madrid y quiénes se encargaron de su restauración, solo se conoce el nombre del ebanista Victoriano Serrano. Únicamente se puede precisar que en la primavera de 1935 el Arca Santa ya estaba reparada y lista para su regreso a la Catedral de Oviedo, pero por razones aún desconocidas ese traslado no se llevó a cabo.

En el mes de mayo de 1935 tuvo lugar una exposición temporal en el Museo del Prado y el Arca Santa, recién restaurada, se mostró al público junto con la arqueta de Santa Eulalia hasta el 12 de junio. Esta muestra fue promovida por la Asociación de Antiguos Alumnos de la Universidad de Oviedo y tenía como fin la recaudación de fondos para financiar la compra de libros de Historia del Arte para la, también destruida durante la Revolución de 1934, Biblioteca de la Universidad de Oviedo.

Fuente: Archivo Ruiz Vernacci. IPCE, Ministerio de Cultura y Deportes

A partir de junio de 1935, el Arca Santa pasó a custodiarse en el Museo Arqueológico Nacional y allí, como tantas piezas de otros tesoros catedralicios, permaneció durante varios años y durante esa estancia se realizaron dos vaciados entre los años 1937-1939. Uno de ellos se entregó al desaparecido Museo  Nacional de Reproducciones y en la actualidad pertenece al Museo Nacional de Escultura de Valladolid, no está expuesto.

Al final de la Guerra Civil, el Arca Santa no fue incluida en la lista de piezas que salieron para Ginebra. Probablemente por decisión de Gómez Moreno, se quedó en España bajo custodia de la Junta de Incautación y Protección del Tesoro Artístico dándose orden, el 12 de abril de 1938, de que tanto la arqueta de Santa Eulalia como el Arca Santa fuesen trasladas a Barcelona; esta orden no se llegó a ejecutar. En los últimos meses de la Guerra Civil no se puede precisar dónde se encontraba el Arca.

Una vez terminada la contienda, el 20 de mayo, al día siguiente del Desfile de la Victoria, tuvo lugar una ceremonia religiosa en Madrid en la iglesia de las Salesas Reales de Madrid, que había funcionado como depósito de obras de arte durante la guerra. En esa celebración fue vista, de nuevo, el Arca Santa y fue entonces cuando el Cabildo de la Catedral de Oviedo volvió a tener noticia de una de sus joyas más importantes. En esas fechas, el Deán Don José Cuesta, declaró en una entrevista que buena parte del tesoro catedralicio estaba en Madrid.

Finalmente, el 12 de junio de 1939, el Catedrático de Derecho de la Universidad de Oviedo, José María Serrano, acompañado por Don José Cuesta, recogieron el Arca Santa en Madrid y llegaron a Oviedo a las 23:00. Poco a poco, el tesoro volvía a casa, aunque hubo que esperar a 1942 para que, tras el fin de la reconstrucción de la Cámara Santa, la Sancta Ovetensis volviese a abrir a los fieles su relicario.

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